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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Los amigos de Bergoglio y las drogas

La Iglesia está inmersa en una situación luctuosa, lamentables acontecimientos vinieron sucediéndose en estos últimos meses y más desde que asumió el solio petrino Jorge Mario Bergoglio. Pero las proféticas palabras de Pabo VI deberían de cumplirse en cualquier momento "el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia".
Por si faltara algo para acrecentar el luto de la Iglesia luego del sacrilegio cometido en Santiago del Estero, con aprobación episcopal y muy probablemente Papal, fuentes judiciales francesas informaron ayer que la policía descubrió, tras un examen aduanero realizado en una autopista de los Alpes (cerca de Chambery) a pocos Km de la frontera italiana, que el automóvil del Cardenal argentino Jorge Mejía llevaba un cargamento de drogas desde España hacia Italia.

El padre Lombardi, vocero papal, al aceptar los hechos ha dicho:

“Confirmo que el automóvil del cardenal Mejía fue detenido en Francia. No estoy en grado de decir cuántas personas estaban a bordo, pero puedo afirmar que no involucra a personas de la Santa Sede, ni obviamente al cardenal, que es anciano y está enfermo. Corresponde a las autoridades policiales proseguir las investigaciones”.
Ahora bien, ¿cómo llegó ese automóvil a manos de tales sujetos? Las mismas fuentes dicen:

La radio RTL (que dio la noticia) precisó que el secretario particular del prelado habría confiado el vehículo algunos días atrás a dos italianos para un control mecánico. En principio nadie puede asegurar, cuando confía un automóvil para su control o reparación, que no va a ser utilizado como herramienta delictiva. Pero los allegados a un personaje de tan alto rango deberían tomar un mínimo de precauciones, pues puede aplicárseles el aforismo: "dime con quién andas y te diré quién eres".
Pero quién es, y quién fue en su juventud el hoy enfermo cardenal Mejía. Una primera referencia puede tomarse del libro "16 lecciones sobre el Verbo Encarnado" del padre Leonardo Castellani, quien sufrió amarga traición por parte del personaje sobre quien tratamos.

Mejía, luego de haber sido una especie de amanuense suyo mientras estuvo en el seminario de Devoto, lo acusó de milenarismo y trató de impedir que se publicaran sus obras, como se cuenta en el libro mencionado (querido lector, tómate el trabajo de leer lo que sigue; no tiene desperdicio y te enseñará el por qué de muchas cosas; si no tienes tiempo, salta a la próxima barra horizontal)

Voy a contar, como curiosidad, algunos de los castigos que me mandaron de Roma que por suerte me dejaron vivo y más sano que antes. Mencionaré brevemente cinco de ellos pues deben saberse Tandem aliquando.

El día de San Perón de 1949 fui expulsado de la Compañía S. I., el pretexto que se dio no fue el milenismo; de modo que no pertenece a esta exposición; aunque es posible que mi ex alumno, el asesor del Vaticano II, hubiese ya comenzado a acusarme de hereje en informes secretos, cosa que sigue haciendo después de muchos años, para acopiar méritos, me refiero al Doctor (que no es Doctor) Pbro. Mejía.
Yo no sé si sigue siendo profesor en el seminario; en las clases decía que yo era "Milenista" y que era hereje y que no había que leer mis libros ni editarlos... ... ...

Estaba muy campante por haber acabado mis calamidades, trabajando en Salta, cuando me cayó de golpe un nuevo fulmen: la condena solemne de un artículo mío salido en la revista HUMANIDADES del Obispo Tavella, con la orden de retractarme al momento so pena de excomunión.

La condena la recibió Monseñor Tavella el cual me la comunicó con una carta devotísima diciendo: "Sométase, sométase, la Santa Madre Iglesia fundada por Cristo, la Santa Cruz, la Santa Humildad, etc."
Yo escribí que estaba pronto a retractarme de cualquier error mío, pero que me lo dijeran, pues en el artículo no lo veía: y si no ¿cómo me iba a retractar? No me dijeron nunca donde estaba el error. Ahí está el Artículo impreso en el capítulo del libro "CRISTO ¿VUELVE O NO VUELVE? A ver si Uds. pueden verlo al error: nadie lo ha visto hasta ahora, fuera de Jorge Mejía, y los bobos que le creyeron o sea el finado Cardenal Pizzardo y su Secretario, que se llamaba Pepe... ... ...

Entonces hice un manuscrito muy pulcro sobre los evangelios y lo mandé a ITINERARIUM y Braga Osear lo entregó a la Curia para la censura. El censor era Jorge Mejía que después de haber llegado a gran prosperidad había concebido un sañudo rencor contra mí, cuyo motivo ignoré e ignoro. Intentó impedir la publicación del libro "El Evangelio", primero con una Censura disparatada de la que resultaba había que escribir el libro de nuevo pues según él el libro contenía 40 errores.

Yo no podía escribirlo de nuevo. Hasta que la Providencia me envió un hada bienhechora, o un hado si se quiere, el franciscano Antonio Vallejo quien me mandó llamar y a quien encontré en su escritorio rodeado de diccionarios teológicos, gramáticas latinas y griegas, de las obras de Sto. Tomás y estaba con la Censura en la mano (Yo había leído sola mente 5 errores y no seguí con los demás porque con 40 errores era imposible corregir). Vallejo empezó a cotejar error por error y apareció que 38 errores eran del Censor, el cual no sabía ni latín y griego, no sabía nada.

Había dos errores solamente, uno que decía Sinedrio en lugar de Sanedrín y otro que indicaba que el Monte Hermoso tiene 2000 y pico de metros y el decía que tenía 1970 metros y resulta que según el nivel del mar y según la planicie circundante tiene dos alturas así que eso era fácil de corregir.

Vallejo le mandó entonces una carta finísima, versallesca, a Monseñor Lafitte y cuando Monseñor vio los errores de Mejía dio el "Imprimatur" de inmediato para el libro. Cuando llegó el Imprimatur dijo Mejía que había perdido el original que se le confió, que era el único.

Entonces Braga le dijo que le iba a hacer un juicio criminal y que le iba a hacer pagar 10.000 de entonces por daños y perjuicios, y el original apareció de inmediato.

Aquí está definido Mejía por la autoridad de Castellani: un sacerdote que utilizando un título que no le correspondía, llegó a ser asesor del Concilio Vaticano II, sin saber ni griego ni latín, ni nada...

Lo que tuvo Mejía para llegar donde llegó fueron contactos, tanto en el siglo como en la religión. Contactos que obtuvo y gratificó a través de sus posturas "aperturistas" desplegadas desde la Revista Criterio, centro gramsciano de promoción de la religión universal del hombre; y que lo catapultaron como referente del Clan de San Isidro; grupo con indisimuladas, y aquí viene la cosa, simpatías hacia el mundo Gay. Por eso mismo, cuando fue hecho obispo, sus consagrantes fueron Laguna y Bianchi di Cárcano, sobre quienes es mejor hacer silencio.

A Mejía, por sus simpatías se le había puesto un mote que, en tono de burla, le era dirigido por sus colegas más tradicionalistas; entre ellos el padre Carlos Buela. Así lo recuerda el padre Ceriani en una carta en la que, en nombre de la Fraternidad San Pío X, responde acusaciones del fundador del IVE (Ver Pag. 8, AQUÍ):

De todos modos planteamos algunos interrogantes: ¿siguen pensando y diciendo lo que pensaban hace unos 15 ó 20 años sobre monseñor Mejía, actual Secretario de la Congregación para los Obispos? ¿Pueden publicar el mote que lo caracterizaba y dar el motivo? ¿Qué opinan sobre el cardenal Pironio? ¿Qué piensan de los obispos argentinos Hesayne, Novak, Bianchi, di Cárcano, De Nevares, Primatesta, Karlic, Rubiolo, Casaretto?¿Y esto a qué viene, y qué tendrá que ver con el cargamento de drogas en el vehículo cardenalicio? Pues el secretario de Mejía, Luis Duacastella, el padre Lucho para los íntimos, sería "conocido en la Santa Sede por su relación con jóvenes que viajan en taxis", según informa Panorama Católico Internacional en un tuit.

Luis Duacastella, "El padre Lucho", conocido en la Santa Sede por su relación con jóvenes que viajan en taxis, es persona de su confianza.

Lucho acaba de decir que está destrozado por lo sucedido, y que el culpable del caso es un amigo que tiene, desde hace unos 10 años, a quién él le había confiado el vehículo para que se encargara de buscar un mecánico. Lo inquietante del caso es que Lucho termina sus declaraciones en esa nota con la siguiente frase:

"Vinieron a casa ayer a la mañana y yo fui a la Gendarmería(Vaticana) a declarar. Me preguntaron si conocía a la otra persona arrestada y obviamente no lo conocía. Y estoy muy mal, atónito. Es obvio que no tenemos nada que ver y espero que este señor, para salvarse, no diga algo extraño".¿Por qué debería ser obvio para la Gendarmería Vaticana, padre Lucho, que Ud. no tiene nada que ver? ¿Por qué, además, abre el paraguas antes de la lluvia, y qué es lo "extraño" que el acusado podría decir de Ud.?

Mejía, que en nuestra opinión pertenece al lobby gay aunque no sepamos si con voz activa o pasiva; traicionó y persiguió a su maestro el gran Leonardo Castellani; fue uno de los artífices de la herejía judeocristiana; colaboró desde Criterio con la infiltración marxista de la Iglesia y de nuestra cultura, como denunciara oportunamente Carlos Sacheri en "La Iglesia Clandestina". Es decir, vivió mal y ahora parece que se está muriendo mal.

No decimos esto último por la preparación de su alma, lo cual no podemos conocer; sino por el agravio que representa ver mencionado su nombre en un caso de narcotráfico.

Recemos por Jorge Mejía, para que un arrepentimiento sincero le consiga el perdón por sus traiciones y ruindades.

1 comentario:

  1. no pasa nada, EN LOS SUBURBIOS como el que lleva el nombre de paco1 JESUITAS ese es el pan peronista posmoderno de cada día, se lo dan a gusto los curetas progres mundi.

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