En la Iglesia, las finanzas siempre representaron un tema delicado y quisquilloso, por eso, es costumbre de los Obispos y demás autoridades eclesiales colocar al frente un administrador capaz, con buena instrucción y versado en temas administrativos. También un factor importante es que la persona que recibe el encargo sea de probada honestidad.
Por este principal motivo, o sea el cuidado puntilloso de los temas económicos de una Diócesis, generalmente se evita poner como Ecónomo a alguien sin la debida preparación y sin los conocimientos necesarios en la materia. Y sería catastrófico, en caso de que este fuera cura, que sea alguien a quien se le prohibió estudiar en una Universidad Pontificia por haber acumulado el número máximo de calificaciones insuficientes.
Sin embargo, este factor no es determinante, existen otros varios como la falta de honestidad en el manejo de las cuestiones financieras. Para saber esto, hay que observar el estilo de vida que lleva el cura de humilde extracción, pero que celebraba sus cumpleaños con la misma pomposidad de un astro deportivo, incluyendo el privilegio –si podemos llamarlo así- de contar con la presencia de reconocidas modelos, mujeres que lo trataron con mucha intimidad. ¿Qué había detrás de estos temas? ¿O que fuera amigo personal de conocidos narcotraficantes?
El planteamiento de este caso nos debe llevar a todos a hacer un serio análisis, ¿a quién le confiamos la casa? Además, un administrador tan indecoroso como este va llenar los cargos con su parentela, con sus primos y sobrinos, y va convertir una Diócesis entera en su “negocio familiar”. ¿Es esto lo que queremos?
La sed de poder y el deseo de figurar en esta clase de personas es bastante perjudicial, porque alarga la mano hasta donde no debe. Por eso, la primera medida que tomará este hombre es centralizar en su persona todas las cuestiones financieras y al recibir a cada persona o sacerdote hablará mal de la administración anterior, así la gente dirá: ¡ah, entonces era verdad todo lo que se decía!
Posterior a esto, irá tomando represalias contra sus antiguos enemigos, es decir, con todos aquellos que son más capaces que él, mejor instruidos y más honestos. Esto con el solo propósito de ir mostrando sus garras y su supuesto poder, porque es común en las personas deshonestas tener aires dictatoriales para suplir su incompetencia.
Pues ya saben, “la comadreja está a cargo del gallinero”.
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