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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Seminario Nacional Comunista de Asunción: bastión de obispos políticos

La situación en el Seminario fundado por Livieres no es de las mejores y este es el resultado de la maquiavélica acción de la Conferencia Episcopal Paraguaya. Todo el apoyo económico que lograba el defenestrado Obispo ahora se cortó y los padres de los seminaristas tienen que preparar cenas y otras actividades para que sus hijos sigan formándose para ser sacerdotes.

Es verdaderamente triste esta situación, porque la gente necesita de sacerdotes, sin embargo, gente perversa como los “10 demonios del Este”, en complicidad con unos obispos que no hacen otra cosa que hablar de política, mientras sus diócesis yacen en la miseria espiritual, han logrado este resultado. La responsabilidad de la crisis que vive el Seminario San José recae sobre los secuaces de Javier Miranda y la CEP.

Mientras en el Seminario de CdE, la idea de Livieres era formar “sacerdotes según el corazón de Cristo”, este era el informe que el anterior Papa enviaba a los obispos, para que puedan cambiar la mina de la Teología marxista que tenían en el Seminario Nacional. Sin embargo, el que ahora está en crisis y por culpa de estos mismos obispos es el que buscaba sacerdotes santos y santificadores.


Seminario Nacional Comunista de Asunción


En un informe firmado el 4 de marzo de 2008 por el Cardenal Zenón Grocholewski, Prefecto de la Congregación del Vaticano para la Educación Católica, y dirigido al presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, Mons. Ignacio Gogorza, se objeta claramente “algunos aspectos que requieren una consideración especial y las medidas apropiadas para superar las actuales deficiencias”.


Si bien el documento, con su discreto estilo curial, destaca al comienzo “el interés que se constata entre los Obispos del Paraguay por la preparación de los candidatos” al sacerdocio, arremete luego con que “la habitual falta de sinceridad de los seminaristas sobre las cuestiones relacionadas con la sexualidad, en muchos casos fomentada por el mal ejemplo de sacerdotes que frecuentan hábitos y lugares opuestos a lo que debe ser el ambiente propio de un ministro de Cristo, debe ser corregida con paciencia y caridad pero con firmeza”. (Sacerdotes que frecuentan lugares indecorosos como casas de citas)


Refiriéndose luego a la formación espiritual, el Prefecto Grocholewski subraya que los seminaristas no tienen directores espirituales que residan con ellos durante el curso propedéutico. Y que “se debe proveer cuanto antes al Seminario Mayor Nacional de asesores espirituales nombrados por los obispos”.


De las palabras del documento romano surge con claridad que los seminaristas no acostumbran a confesarse y que no reciben una formación espiritual orgánica : “se les debe inculcar la práctica regular de la dirección espiritual, así como del sacramento de la Penitencia”, dice el informe, que concluye: “Urge, en este sentido, crear un programa de formación específica para mejorar el número y la calidad de los futuros formadores y directores espirituales”


Por lo que respecta a la formación intelectual, los mismos formadores del curso preparatorio propedéutico señalan, según la carta del Prefecto, que “existe poco hábito de estudio, escasa metodología y por lo tanto bajo rendimiento de los alumnos”. Extrañamente, los formadores del Seminario Mayor habían informado sobre “un rendimiento general bueno de parte de los seminaristas, eso sí, con la necesidad de mejorar tanto la comunicación en legua castellana, como el hábito de lectura”.


El desarrollo de estas últimas habilidades corresponde a la enseñanza primaria y secundaria, pero su falta de solución en el Seminario parece ser un factor decisivo en la altísima deserción de seminaristas y, obviamente, se agrega al hecho de que en el Instituto de Teología “se constate la deficiencia de profesores en el terreno de la filosofía”, según reza el informe.


También señala el alto dignatario de Roma “existe el problema real de la teología de la liberación, solapada bajo un interés por lo social y lo político, que permea la mentalidad académica de los seminaristas, así como la vida del clero diocesano y los religiosos”. Para remediar esta confusión ideológica, “que no puede ser catalogada de secundaria”, el Cardenal remite a la lectura de un documento oficial sobre la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia publicado por la Congregación a su cargo, referencia obligatoria para quienes dirigen un seminario.


Finalmente, resume : “Es necesario contrarrestar decididamente la tendencia a reducir la seriedad y el esfuerzo en los estudios”, porque “una buena preparación intelectual de los futuros sacerdotes será garantía de una buena evangelización”.


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